Las transformaciones socioeconómicas y políticas de las tres últimas décadas se traducen de manera similar en el flamenco y en el sistema-arte

Es una de las principales conclusiones de las Jornadas ‘Retrospectivas críticas: Tres décadas en el sistema-arte’ que ayer se clausuraron en Sevilla, organizadas por pie.fmc y patrocinadas por la UNIA.

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Clausuradas las Jornadas ‘Retrospectivas críticas. Tres décadas en el sistema-arte’, organizadas por la pie.fmc (Plataforma Independiente de Estudios Flamencos Modernos y Contemporáneos) y con el patrocinio de la mencionada Universidad Internacional de Andalucía – UNIA, contaron con diferentes sesiones en las sedes de ambas entidades.  A lo largo de cada jornada, que fueron inauguradas por el Vicerrector de Formación Permanente y Extensión Universitaria, Manuel Acosta, se han analizado y repensado los modos en que se han constituido en las últimas tres décadas las políticas culturales actuales, a través de un análisis de ciertos sucesos históricos clave en sus procesos de conformación.

Así, el pasado martes 18 de enero, se realizó un recorrido por ‘Las revoluciones flamencas’ a través de sus imágenes, de manos del crítico de flamenco del periódico El País, Carlos García Simón, y Kyoko Shikaze, periodista, corresponsal y coordinadora flamenca en España y Japón, con la moderación del escritor y productor Enrique Fuenteblanca. Shikaze fue la encargada de iniciar el debate haciendo un recorrido visual con imágenes desde los años 90 a la actualidad, concluyendo en el afán de los artistas en sus representaciones estéticas y visuales por desmarcarse de la tradición “en la búsqueda de una mayor libertad estética y artística”. Por su parte, García Simón comenzó aludiendo al Concurso de Cante Jondo de Granada de 1922, donde “el jondismo triunfó sobre el flamenco” y a partir de ahí y a su entender, se ha mantenido esta hegemonía hasta la actualidad, salvo contadas excepciones. Para el crítico de El País, una de las más destacadas revoluciones en el flamenco en las últimas décadas ha sido la obra de Israel Galván, en su opinión, “uno de los más grandes bailaores de toda la historia de este arte”, que consiguió “centrifugar ‘lo flamenco’ nacional hacia la economía internacional”.

Ya el miércoles 19 de enero, las jornadas abordaron el debate ‘Hacia nuevas formas de crítica institucional’, con la participación de Yaiza Hernández Velázquez, investigadora y profesora del departamento de Visual Culture de la Goldsmith University of London, y Leire Vergara, comisaria independiente y miembro de Bulegoa z/b, moderadas por el  comisario y crítico Ángel Calvo Ulloa. En el personal recorrido a la hora de plantear el debate, comenzando por su propia experiencia en Bilbao para trasladarlo a la generalidad de la situación actual del arte y la crítica, Leire Vergara concluyó su análisis de las décadas de los años 2.000 sobre la idea de la crítica institucional como mecanismo de control y la difuminación de las líneas que separan la “opacidad” de la “visibilización” en el ejercicio de la misma. Por su parte, Yaiza Hernández retomó el hilo de la intervención de Vergara para ampliar con la idea de que el discurso de la institución artística ha asumido en las últimas décadas el propio discurso de la crítica, lo que debería invitarnos a repensar el propio ejercicio crítico como concepto en crisis.

La tercera sesión de ‘Retrospectivas críticas…’ se dedicó el jueves 20 de enero al debate ‘Contra el monopolio del sentido común’, analizando algunas prácticas artísticas y activistas desplegadas durante la década de los 90 por parte de Aurora Fernández Polanco, catedrática titular de Teoría e Historia del Arte Contemporáneo, Facultad de Bellas Artes (UCM), y Germán Labrador, catedrático del Departamento de Español y Portugués de la Universidad de Princeton, con la moderación de Marta Ramos-Yzquierdo, investigadora y curadora independiente. En su exposición, Aurora Fernández detalló cómo las inquietudes sociales (feminismos, grupos estudiantiles, prácticas artísticas, etc.) se materializan en una forma de ‘bulla’ ante la emergencia de la pregunta “¿qué hacer?” frente a un cambio de paradigma cultural. Mientras que por su parte, Labrador hacía un recorrido visual por múltiples imágenes de la década de los 90 en torno a la idea, entre otras claves, del uso que el neoliberalismo de esos años realizó sobre el imaginario y la cultura de masas para introducir mensajes que siguen vigentes incluso hoy en día.

Cada día de las jornadas, la proyección de una pieza audiovisual de Pedro G. Romero enmarcó el debate posterior, y de esta manera se pudieron visualizar las obras La rodilla, La rótula y La patella, con las colaboraciones artísticas respectivas de José Luis Ortiz Nuevo, Juan Loriente y David Montero, que también pueden verse hasta finales de marzo en la exposición retrospectiva ‘Pedro G. Romero. Máquinas de trovar’ que el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía le dedica.

 

Mesa de conclusiones, el próximo martes 25 de enero

Por último, el día 25 de enero, tuvo lugar en la sede de la pie.fmc la mesa redonda en la que se realizó una valoración de los debates y diálogos recogidos en las jornadas, proyectadas hacia la comprensión del sistema artístico actual y atisbando posibles líneas futuras en los modelos culturales derivados de las políticas institucionales. En esta mesa redonda participaron la periodista y crítica especializada en flamenco Sara Arguijo, el artista Pedro G. Romero, el escritor y profesor de Estética en la Universidad de Sevilla, Antonio Molina, y el productor cultural, Joaquín Vázquez.

Entre sus intervenciones Sara Arguijo destacó como uno de los principales cambios en las últimas décadas en el flamenco la propuesta de los artistas no solo de mostrar su talento en el escenario, sino un discurso social, político, etc., así como la mirada hacia el espectáculo flamenco por parte del espectador, lo que lleva a una “tiranía del discurso” que en ocasiones no convence ni a algunos artistas y ni a los espectadores.

Pedro G. Romero por su parte defendió que lo acontecido en las últimas décadas con el flamenco no es muy diferente a lo que sucede en el arte contemporáneo, sin embargo, personalmente a él le ha interesado siempre más la riqueza de la relación del flamenco con ‘lo popular’, que no se establece igual con el resto del arte, a grandes rasgos.

Tanto Romero  como Arguijo han coincidido en la disociación que se produce en la crítica actual de las últimas décadas con el flamenco y sus modos de hacer y contar, algo que Pedro también extiende en algunos casos al sistema-arte y sobre lo que la periodista recordó que “la crítica como tal, al menos en flamenco, ya no existe”.

Finalmente, Antonio Molina retomó el tema de la crítica en el arte de las últimas décadas afirmando que se echa en “falta cierta independencia y sobra benevolencia”, y ha apostillado que “la crítica es más apasionante cuando de manera constructiva se dedica a realizar su genuina dedicación”.

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