13.jun.2014 LA PINTARROJA

Había una vez una cantaora nueva en una ciudad, la más bonita que jamás se hubiera visto; su madre sufría enloquecida por la afición de ella y su abuela estaba más disgustada  todavía, así que le compraron un pasamontañas rojo, para que no la reconocieran, pero le sentaba tan bien que todos los pastilleros que fumaban en las escaleras de los núcleos la llamaban la Diva Roja.

Un día habiéndose autoeditado unos discos en el ordenador, le dijo a su madre:

–Wei vieja, dame parné de gasola que vía coger la moto ancá la bata mare…

La Diva Roja partió enseguida y al pasar por unos bloques se encontró con el compadre Lobo, que tuvo muchas ganas de quitarle la moto, pero no se atrevió porque unos grafiteros expulsados del instituto, escribían ahora por las paredes, alrededor de un coche ardiendo. Él, aprovechando un atasco, le preguntó desde la acera que adónde iba. La pobre artista, que sabía que era peligroso pararse en la barriada le dijo:

–Voy a ver a la matriarca… que tiene el equipo de música que graba los cedés en cintas analógicas… la baja fidelidad es lo que se lleva ahora… que ha vuelto la casete.pielfortpetitecochon

–¿Vive muy lejos… lo digo por si quieres gasolina… que me ha sobrado!– le dijo el Lobo.

–¡Oh, sí! –dijo la Diva Roja con la moto en marcha–, el chabolo está más allá del polígono, al lado del primer transformador habitado.

–Pues bien –dijo el Lobo–, yo también quiero ir a copiar una maqueta mía que grabé en una fiesta en Ámsterdam y que la tengo ya muy machacada… mira, yo iré atravesando el parque, y tú por la avenida, y veremos quién llega primero.

El Lobo partió corriendo a toda velocidad por el camino que era más corto y la niña fue por el más largo entreteniéndose con las amigas. Poco tardó el lobo en llegar al piso de la abuela. La puerta tenía señales y restos de cuchillos clavados por las peleas antiguas entre las vecinas. El Lobo llamó: –Toc, toc…

–¿Quién es?

–Es su nieta, la que sabe cantar –dijo el Lobo, disfrazando la voz–, vengo a grabar una cinta en el equipo, abuela.

La abuela, que estaba en el descansillo de la azotea porque iba a tender una lavadora, le gritó:

–¡Abre la puerta y entra, hija… que está sólo encajada…!

El Lobo empujó y la puerta se abrió. Se abalanzó sobre el frigorífico de la buena mujer y lo devoró de un santiamén, pues hacía más de tres días que no comía. Enseguida cerró la puerta del frigorífico y fue al mueble-bar, encontró un paquete de Marlboro de Gibraltar abierto y se echó una copita de licor de avellanas, esperando a la Diva Roja, que un rato después llegó y llamó a la puerta: –Toc, toc…

–¿Quién es?

La Diva Roja, al oír la voz rozada del Lobo, primero se asustó, pero creyendo que su abuela estaba fumando demasiado, contestó:

–Es su nieta… la que sabe cantar, abuela… tengo que grabar unas cintas para venderlas por internet…

El Lobo entonó, haciendo un poco de falsete con la voz:

–Abre la puerta niña… que está sólo encajada…

La Diva Roja metió la moto dentro del piso y mientras ponía la patacabra  arañando toda la pared, el Lobo le dijo introduciendo su maqueta en la pletina del equipo de sonido:

–Deja la moto ya, tiene que seguir tirando gasolina después de subirla dentro del ascensor… y ven a escuchar esto conmigo.

La Diva Roja se deshizo del chaquetón, se quitó el pasamontañas rojo y quedó muy asombrada al escuchar la forma de cantar del Lobo.

–¡Abuela… ha escuchado la cara más grande que tiene el que está cantando?

–Es que la grabación no está muy bien recogida, hija mía.

–¡Abuela… ven al salón a escuchar al gachó éste, no te lo pierdas!

–Es la cinta que se reliado muchas veces, hija mía.

–¿Seguro que tú has cantado flamenco con un grupo en el Ámsterdam?

–Es que se grabó en directo, era de noche, no se pudo ensayar, hija mía.

–¡Abuela…! ¿Tú estás escuchando éstooooo…? ¡Qué cara más grande tienes Lobo… pero si pareces una ovejita cantando… antes los cantaores eran lobos en el flamenco, pero ahora parecéis todos ovejitas…!

–¡Es para comercializarlo mejor!

Y diciendo estas palabras, el Lobo malo se abalanzó sobre la puerta y salió najando escaleras abajo.

La Diva Roja pensó que la frase que se le había ocurrido se merecía una pintada… corrió a asomarse por la ventana y riéndose llamó al Lobo, lanzándole la maqueta que se estrellaba en el suelo.

¡Toma que toma!

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SOBRE EL BLOG
Flamencos de alquiler

Blog de David Pielfort.

AUTOR: David Pielfort
DAVID PIELFORT (1971). Salido de una novela de Dickens, es abandonado por los gitanos. Un banco le compró un cuadro. Su voz retumbó en la Bienal de Arte de Venecia, e Israel Galván ha bailado sobre su cuerpo. Otorgó la llave de oro del cante jondo a Paco de Lucía, en una pielfortmance que televisó La 2.
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