30.mar.2014 FLAMENCO EXPURGADO

A vosotros que os motejáis como gitanos, y que habéis construido el palacio dorado que nunca fue habitado. Y también a los que dais pena y aburrición de veros y oíros, así fundéis tablaos, planes de estudio, teatros, cursos, seminarios y academias.

Con vuestro celo, poca curiosidad y nulo sentido artístico, continuáis con el timo piramidal del flamenco y seguís montando la falsa carpa ambulante hecha de retales bordados de inexistentes óperas egipcias. El mérito de ser clones flamencos en vuestras vidas repetidas es el de decir sin asfixiaros una palabra tan larga como “flamencólogo”. (Con la excepción de Rafael Jiménez el Falo, gran cantaor que se reía del palabro hasta que se convirtió en flamencólogo cuando lo enchufaron en el conservatorio… y que ahora se ríe el doble).

Sois artistas pero desconocéis el arte, porque os mataba el “Flamenco” de Los Brincos, la juventud de Camarón, el rizo blanco-nácar de Kiko Veneno y hasta el éxito andaluz del disco de Chambao, pero preferís en cambio las caricaturas de vuestros hijos haciendo falsetes, aspavientos y almocárabes nasales de coros evangelistas en las cuevas del Necromonte.geniovino pielfort

El flamenco rancio como el nuevo flamenco, el flamenco moderno -o el flamenco que nos da una idea de lo que es el flamenco hoy-, sigue siendo la multipropiedad de las cinco o seis personas que se lo inventaron ( Gades, Pulpón, Pachón, Manolo Sanlúcar, Paco de Lucía, Cepero, etc…) y que lo levantaron como al Golem, que todavía baila el tacón-punta y nos hace graciosas zalemas y elevaciones en la zarabanda. Y como nadie puede objetarle nada a los dueños, a los autores flamencos excepcionales, seguiremos diciéndole al resto de la comparsa que el tuétano negro del faraón no da para tantos potajes ni pringadas, y que no hay suficiente miga blanda mairenera para mojar en la olla privada de los creadores.

El flamenco son ellos y no tú ensayando. En la década perfecta del siglo veinte, en los ochenta -donde todo el mundo llegaba a político si fracasaba como artista-, cuando se regalaban los trasplantes de órganos, viviendas y se vestían mallas de licra color fosforito, los guitarristas flamencos usaban el automóvil mercedes como funda de la guitarra, pero los lunares eran ya insignificantes e iban apagándose como estrellas enanas de un flamenco frío y estable.

Y vosotros, oficiantes que no habéis sido elegidos, los flamencos repetidores, los del montón -los mierdas como dicen los profesionales-, los celosos guardianes que os creíais tesoreros, sois en verdad los cocheros de Drácula, pero insistís en ser el barón gitano uno y caballero del dragón el otro, cuando no expresáis nada porque decís siempre lo mismo y dando siempre la misma nota. Seguid obrando como verdaderos lacayos reales porque la farándula del teatro hindú ha devenido a mojiganga barroca… ¡pues sí señores, se han convertido todos ustedes en la tuna!

Pero hay que decir que habéis fraguado muy bien el cuento flamenco, que omitirá y olvidará para sus industrias de ventriloquia el violín demoníaco de Málaga, la gaita de la abundancia de Cádiz, a los payadores, las jarchas alboreadas, los ministriles borrachos siguiendo la Tarasca, la charanga francesa, el guapango, a las Jilguerillas de Michoacán, las guitarras de Paracho de Verduzco, el changüí y la guayabera, el danzón, la danza macabra y el canto de muerte, a La Caíta tocando la guitarra eléctrica, la españoleta escondida, la chacarera, a Rafael Cortijo y su combo, a Florencio Castelló, el tirurirurirá paraguayo, el Antón Pirulero, la cueca, la cumbia, la zamba argentina, a Noel Rosa, Óscar Alemán, Alfredo Zitarrosa, Gisela Lavado, el valsecillo criollo, el toque llanero de Venezuela, las palmas de Tombuctú, la música militar, las bandas civiles, los órganos mecánicos de las verbenas, las murgas limosneras, las cantigas de escarnio, las canciones y juegos musicales infantiles, el corro de la patata, la escuela panamericana de cuerda pulsada española, la rondalla, los cantes escolares pobres, las torres de sonajas de azófar en Larache  a las que suben los melólogos con auriculares de mejor escucha…

–¿Qué me ha dicho esa soprano?

–“Melólogo” o anarcoide … seguro, te lo juro primo.

–¡Da lo mismo, destrozaré este cordófono sobre su mala testa!

El flamenco se inventó para vender guitarras y cuerdas, siendo un ultramarino que se consume en el ámbito privado de sus contados elaboradores.

El problema vino cuando Manolo Sanlúcar se volvió Beethoven y Paco de Lucía perdió la melena rubia. Entonces Gibson y Fender tomaron una gran ventaja en el mercado mundial de instrumentos musicales, siendo hábilmente patrocinados sus ejecutantes con marcas de güisquis y bourbones del imperio. Y se vendieron millones de guitarras.

En España no se le podía dar de beber tanto anís con brandy a Marisol, Luisito Rey y al Pequeño Ruiseñor… así que no se vendieron tantas guitarras, ni discos. Y como los ingleses que sostenían el sherry y el flamenco fueron muriéndose poco a poco en su afición, como los votantes comunistas, pues el flamenco se desvaneció. Ya no se quiere al sonido, no se quiere nuestro fraseo,  ya no se quiere nuestro acento.

La consecuencia en una sociedad de bajas graduaciones, es que las cervezas sólo patrocinan a ex catequistas metidos en el circuito del ñoño indie-pop, que es otra tuna con un gran repertorio que demuestra que todos ellos se han criado en un piso, que permanecen allí todavía y que siguen solteros y vírgenes. Pero siguen creyendo en el rock, aunque no se enteren de que Elvis, Madonna y Leonard Cohen son hijos trillizos de la televisión; y que Lou Reed salía del gimnasio cuando la heroína llegó a España, y que hacía como el que se inyectaba sobre el escenario. ¿Qué iban a hacer entonces los tocaores viejos, gordos y calvos vestidos de notario al lado de Frank Zappa, Charo Baeza o el Instituto Mexicano del Sonido?

Vosotros los flamencos pasivos, recordad a Antonio Nebrija (el primer cantaor de la historia y creador del primitivo fandango católico Tanto monta), al famoso laudista internauta John Download, los jaleos del padre de La Malibrán, el meneo de la cola del pelo y las manos del ghedra,  el joropo, las celebraciones populares, los grandes cacaos, las canciones de los piratas malayos, los cánticos de guerra bereberes, los presos cantando la Ilíada, los orfeones marinos desde Homero hasta el portaaviones Dédalo, el fado y las verónicas portuguesas, el doble corcheo de Bach, a Canio Rufo en el gaditanorum del coliseo de Roma cantándole una saeta a un gladiador de Córdoba, la cabrita parlante de Víctor Hugo, las percusiones bantúes de las Islas Canarias y la romería de El Rocío, el rajo de la endemoniada cuando el exorcista echa agua bendita, la música klezmer en el transistor de la trastienda de la joyería, los guitarristas manouche fumando gitanes, al bailaor Corsi Oliveira, las divas y los tenores de Marconi con las voces de su amos, el electro-bacalao de los ganawa del Sahara, el zapateado marroquí sobre el tambor, el lounge de los bacha-bazi de Afganistán, la tatuada boca siria de la sonanta, las sonantas de Scarlatti, la escordatura del tocaor Fela Borbone, las numerosas obras para guitarra que escribió Paganini, a Antoni Stradivari que figura en el catastro como catalán, a Pepe  Ébano guineando con sus bongos, la rondeña eólica de Raúl Cantizano, el gumbri de Paco Abderrahmane, y el silabeo y el fraseo del habla andaluza atlántica como motor fundamental en el cante y último resorte del punk… porque al final, en los ojos de Wynton Marsalis se podía ver toda su vida: cómo su padre lo encerraba a estudiar el instrumento y no lo dejaba salir ni a la calle; y el brillo de la mirada decía que el trompetista desde niño querría haber sido como el Tomasito.

–¿Usted es carusiano o coleóptero de la vihuela?

–Los sonidos caducan.

–¿Y el baile?

–Siempre ha sido mover el culo.

El flamenco -donde hay figuras cantaoras capaces de condensar a Sepultura y Rammstein- llega a ser más punk (mucho antes del punk) de lo que la gente se cree. Y para demostrar que en los modelos difusionistas blues+rock+soul+jazz+funk+hip-hop… nunca hay puntos de partida desde Andalucía y que siempre se saltan a España, aquí montaré un cuadro de flamenco expurgado en un instante: al cante Chiaki Horikoshi; al toque Richard “Quijote” Black y María Esther Guzmán al sitar ; el Cepillo y Katchunori Nitsimura a las percusiones; y Vinila von Bismark con Haifa Wehbe a los coros y el baile.

Los ingenieros Kid Koala y Lee Scratch Perry dirigirán la estética de canales y las dinámicas de valvuleo en el fin de fiesta.

Y después de taconear por aquí y por allí, me puse la bota y se me rompió.

 

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SOBRE EL BLOG
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Blog de David Pielfort.

AUTOR: David Pielfort
DAVID PIELFORT (1971). Salido de una novela de Dickens, es abandonado por los gitanos. Un banco le compró un cuadro. Su voz retumbó en la Bienal de Arte de Venecia, e Israel Galván ha bailado sobre su cuerpo. Otorgó la llave de oro del cante jondo a Paco de Lucía, en una pielfortmance que televisó La 2.
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