02.nov.2015 CANTE FINOLIS

 

Canta, cisne andaluz…

Lope de Vega

 

Ayer mismo nos reunimos en la sacristía de “Casa A Cuatro Patas” para catar algunos flamencos secos que teníamos por Madrid:

EL VÍBORA.  Es el mejor de la noche, el más intenso y punzante en nariz del cartel. Con la boca era muy seco, pero se concentraba en la acidez y persistía en repetir requiebros y extractos de bocinazos. Se le intuye una muy considerable crianza biológica como pijitano. La edad total de las letras del repertorio podrían rondar el siglo y medio antes de Camarón.

OPUS UNO.  El más barato del grupo. También es el menos complejo y concentrado porque cantaba en un español de presentadora de Valladolid. Tiene algo de gordura y oscuridad en comparación con el fino uso de la nariz y la técnica twang empleada en boca. Su voz de viejo era de un color muy subido que no encajaba con el perfil de edad que se percibe en la quijada alocada y su nariz plena. Pero por el precio al que se alquila es un artista muy accesible.

 

cantefinolis-pielfort

 

AICHA KANDICHA.  Es de un tono más subido que El Víbora, con más volumen en boca, pero con una nariz más tenue y menos nasal que la de éste. Su aroma musical es limpio y fino, muy propio de una crianza que se prolonga hasta sus hijos, que la acompañaron luciendo jopos canasteros de Liang Shang-Po y vistiendo pantalones cagados de Compton. Su boca es muy ligera y su lenguaje explosivo. Junto al color de su voz y la concentración de familiares se sitúa como una gran cantaora en todos los sentidos (incluyendo el auditivo).

JOSÉ AKIRA.  Es de un tono semejante a su madre. Un poco desequilibrado cuando llega del bar con aromas farmacéuticos y de Ceuta. Él es rancio y muy cerrado. Su boca es muy seca, compleja y de quejidos concentrados. Aunque cuando habla lo dice todo muy clarito: “el dinero por delante”. Es un decantaor de gran vejez intelectual, con una crianza filosófica considerable para sobrevivir en coliseos romanos, callejones de duelistas, patios carcelarios, salones de plenos y cápsulas interestelares si atendemos a la obediencia de su boca.

CAFELITO CON LECHE.  (Servido con un chorrito de horroroso de Jerez). Su nombre es Juan Humbert -sin la o final- y es familia del Guajambre. Lleva un terno de color vainilla y regaliz y es amable porque siempre llega con la nariz plena de su casa. Hay sabrosura en su boca, sus letrillas son disfrutables y su ventripotente cante gordo de toque pelado contrasta con el cante finolis actual, que del susurro tiende al chuchurro reinante.

LOS THORENS. Siendo herederos de un cuadro de flamenco coreofílico de Torremolinos, realizaron destapes supersónicos de mortadelas y secretos ibéricos en unos tonos bastante subidos y relativamente punzantes. La calidad y la juventud parecían aunarse, hasta que un enmascarado bailaor en su trote cochinero destrozó -con una sierra mecánica- una guitarra machurrona que era suspendida en el aire como por arte de dominación erótica. Las duraciones de sus crianzas biológicas hacen que desconozcan que esas cositas malas ya las hacían la cantaora de los Plasmatics y el guitarrista que acompañaba siempre a Demóstenes. Los Thorens tenían narices y cráneos de bronce poco coherentes.

ABORTO VARGAS.  Su baile de carácter es una estampa antigua: un cuadro moderno en un laberinto de neones y grafitis esculturales. Vestido con un traje de pantalla trazaba un círculo de fuego virtual sobre un tablado de televisores encendidos (que sólo eran visibles para los espectadores de las butacas atornilladas en el techo), y se introdujo en un pentagrama diabólico y holográfico, creado por él mismo mientras iba pisando lugares retóricos. Entra en el baile peligrosamente bien, con pasos tenues y brazos discretos. Tiene algo de corcho en las vértebras y quizás sus desplazamientos se ven apagados por el aroma imaginativo de sus gestos. Al final, con marcados pasos mentolados de botas finas y polainas viejas, metió los riñones en los habituales andares de excelencia. Deberá catarse de nuevo en el futuro y sin tanta parafernalia.

 ***

El espectáculo flamenco tuvo finura y preciosidad con un marcado carácter biológico. La música era muy delgada, seca, concentrada y ácida. Parece que comienza discretamente pero luego estalla en ritmos complejos y persistentes. Se excedieron con la guitarra porque si tuvieran algo que decir gritarían el cante, pero no se puede abusar de los nervios del jamón de ese modo. No dieron ni una patadita al olivo y faltaron las aceitunas de plástico. Los aplausos venían dentro de las bolsas de picos, que se cobraron encarecidamente como panecillos de cristal.

Fue una noche de complejidad, ligeramente alcohólica, canónica de aromas microfarmacéuticos y desequilibrada en las afinaciones. Esperando al sobrino nieto de El Porío  -que al final no vino- salimos encantados a cuatro patas y con las orejas echando sangre…

Y según la leyenda de las servilletas negras de papel: Gracias por su visita.

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SOBRE EL BLOG
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Blog de David Pielfort.

AUTOR: David Pielfort
DAVID PIELFORT (1971). Salido de una novela de Dickens, es abandonado por los gitanos. Un banco le compró un cuadro. Su voz retumbó en la Bienal de Arte de Venecia, e Israel Galván ha bailado sobre su cuerpo. Otorgó la llave de oro del cante jondo a Paco de Lucía, en una pielfortmance que televisó La 2.
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