29.jun.2014 CANTE POR FILIPINAS

He quedado con uno de los artistas que formaba la guardia cantaora de Alberti cuando visitaba la ciudad Equis. El poeta tenía unos guardaespaldas espontáneos que además eran cantaores, y he quedado con uno de ellos en el juzgado, porque dice que él sólo hablará allí. No acepta cámaras ni fotos, ni un solo vaso de vino, y de milagro me veo reflejado en unas gafas negras, que no se quita. El guardaespaldas de Alberti gasta un bigote pelirrojo, calza chanclas y viste vaqueros con una camiseta negra, en la que se lee con tipografía de juegos electrónicos de marcianitos:

SE BUSCA TOCAOR
DE 8 BYTES

–No me gustan los bares ni en los hoteles, yo nada más que hablo aquí y así me curo en salud…
Debajo de las escaleras del juzgado alguien se da cabezazos contra la pared, en una ventanilla los padres pagan las multas de sus hijos, los chinos compulsan fotocopias y un guardia civil se camufla detrás de un helecho.
–¿Usted es currinche cínico o sordo cíclico?
–No entiendo.
–Que si es un periodista de juguete, de mentira, o si le gusta el flamenco cuando conviene…
– Incluida la sardana.
–Volvamos a empezar… los catalanes, los vascos y los gallegos no saben tocar las palmas pielfortdosguitarraspor filipinas, lo demostraron el otro día durante la coronación de Felipe VI… y encienda la grabadora que estas realidades sólo pueden decirse aquí, dale ya al zoom que le voy a cantar por lo bajini una letra que se autodestruirá en la papelera de mi cerebro después de soltarla al éter.
Las gafas de sol se dirigen hacia el helecho del macetón del vestíbulo, donde el guardia se ha mimetizado tanto que ha desaparecido del todo, y una voz que sale desde la bóveda de una barriga apretada en una camiseta me dice:

“Upaíto, upaíto…
¿qué nombre le ponemos al lagartito?
¿Era el cinco, el seis o el siete?
¡Hijo mío, debes ponerte el nombre que vale
así que ponte Felipe… González!”

–¿Y ya está?
–¿Te parece poco? Hay profesionales que nunca han dicho nada… se dedican a torear esculturas y cantarles a los cuadros… igual que los locos gritan al televisor…
–¿Ahora me tutea?
–Ignoro las redes sociales… yo hago lo que me da la gana, pero sé que usted no se atreverá a publicar mi cante…
–Pues está fresquito de la marea.
–Llevo ensayándolo años y años… yo he corrido delante de los grises y detrás del narcoíris… traté siempre de adelantarme a los tiempos… escucha el que sigue:

“En el fondo de una urna electoral
tengo una iguana y un ofidio
fundaron un partido y un banco
y entre los dos me han quitado el piso”

–Que sepa con seguridad que publicaré sus cantes espaciales-esculturales…
–¡Por fin la antología que tenía en mente!
–¿Y por qué palo ha cantado ahora?
–Es un cante plebeyo puro… muy playero… casi de cloaca, pero ponga que he cantado por todos… da igual… por todos los palos que me dieron.
Las gafas de sol reflejaron el reloj de oro arañado que fuera en su día el regalo de un alcalde brillante. Entonces el cantaor se levantó, y se despidió dejándome sentado en el banco de madera del juzgado, en el vestíbulo, junto al helecho.
–¿Y cuándo hablaremos de Alberti y su estancia en Roma?
–Hay cosas mucho mejores de las que hablar… como de los peregrinos rocieros que hacen el camino suizo… de los listos cerrados con malformaciones políticas… de la herencia genética en las artes disciplinarias… pero otro diíta será.
Fin de la cita.

13.jun.2014 LA PINTARROJA

Había una vez una cantaora nueva en una ciudad, la más bonita que jamás se hubiera visto; su madre sufría enloquecida por la afición de ella y su abuela estaba más disgustada  todavía, así que le compraron un pasamontañas rojo, para que no la reconocieran, pero le sentaba tan bien que todos los pastilleros que fumaban en las escaleras de los núcleos la llamaban la Diva Roja.

Un día habiéndose autoeditado unos discos en el ordenador, le dijo a su madre:

–Wei vieja, dame parné de gasola que vía coger la moto ancá la bata mare…

La Diva Roja partió enseguida y al pasar por unos bloques se encontró con el compadre Lobo, que tuvo muchas ganas de quitarle la moto, pero no se atrevió porque unos grafiteros expulsados del instituto, escribían ahora por las paredes, alrededor de un coche ardiendo. Él, aprovechando un atasco, le preguntó desde la acera que adónde iba. La pobre artista, que sabía que era peligroso pararse en la barriada le dijo:

–Voy a ver a la matriarca… que tiene el equipo de música que graba los cedés en cintas analógicas… la baja fidelidad es lo que se lleva ahora… que ha vuelto la casete.pielfortpetitecochon

–¿Vive muy lejos… lo digo por si quieres gasolina… que me ha sobrado!– le dijo el Lobo.

–¡Oh, sí! –dijo la Diva Roja con la moto en marcha–, el chabolo está más allá del polígono, al lado del primer transformador habitado.

–Pues bien –dijo el Lobo–, yo también quiero ir a copiar una maqueta mía que grabé en una fiesta en Ámsterdam y que la tengo ya muy machacada… mira, yo iré atravesando el parque, y tú por la avenida, y veremos quién llega primero.

El Lobo partió corriendo a toda velocidad por el camino que era más corto y la niña fue por el más largo entreteniéndose con las amigas. Poco tardó el lobo en llegar al piso de la abuela. La puerta tenía señales y restos de cuchillos clavados por las peleas antiguas entre las vecinas. El Lobo llamó: –Toc, toc…

–¿Quién es?

–Es su nieta, la que sabe cantar –dijo el Lobo, disfrazando la voz–, vengo a grabar una cinta en el equipo, abuela.

La abuela, que estaba en el descansillo de la azotea porque iba a tender una lavadora, le gritó:

–¡Abre la puerta y entra, hija… que está sólo encajada…!

El Lobo empujó y la puerta se abrió. Se abalanzó sobre el frigorífico de la buena mujer y lo devoró de un santiamén, pues hacía más de tres días que no comía. Enseguida cerró la puerta del frigorífico y fue al mueble-bar, encontró un paquete de Marlboro de Gibraltar abierto y se echó una copita de licor de avellanas, esperando a la Diva Roja, que un rato después llegó y llamó a la puerta: –Toc, toc…

–¿Quién es?

La Diva Roja, al oír la voz rozada del Lobo, primero se asustó, pero creyendo que su abuela estaba fumando demasiado, contestó:

–Es su nieta… la que sabe cantar, abuela… tengo que grabar unas cintas para venderlas por internet…

El Lobo entonó, haciendo un poco de falsete con la voz:

–Abre la puerta niña… que está sólo encajada…

La Diva Roja metió la moto dentro del piso y mientras ponía la patacabra  arañando toda la pared, el Lobo le dijo introduciendo su maqueta en la pletina del equipo de sonido:

–Deja la moto ya, tiene que seguir tirando gasolina después de subirla dentro del ascensor… y ven a escuchar esto conmigo.

La Diva Roja se deshizo del chaquetón, se quitó el pasamontañas rojo y quedó muy asombrada al escuchar la forma de cantar del Lobo.

–¡Abuela… ha escuchado la cara más grande que tiene el que está cantando?

–Es que la grabación no está muy bien recogida, hija mía.

–¡Abuela… ven al salón a escuchar al gachó éste, no te lo pierdas!

–Es la cinta que se reliado muchas veces, hija mía.

–¿Seguro que tú has cantado flamenco con un grupo en el Ámsterdam?

–Es que se grabó en directo, era de noche, no se pudo ensayar, hija mía.

–¡Abuela…! ¿Tú estás escuchando éstooooo…? ¡Qué cara más grande tienes Lobo… pero si pareces una ovejita cantando… antes los cantaores eran lobos en el flamenco, pero ahora parecéis todos ovejitas…!

–¡Es para comercializarlo mejor!

Y diciendo estas palabras, el Lobo malo se abalanzó sobre la puerta y salió najando escaleras abajo.

La Diva Roja pensó que la frase que se le había ocurrido se merecía una pintada… corrió a asomarse por la ventana y riéndose llamó al Lobo, lanzándole la maqueta que se estrellaba en el suelo.

¡Toma que toma!

29.may.2014 FLAMENCOS DE PLACER

El flamenco simple se hace cuando los diferentes vicios acaban convirtiéndose en verdaderos trabajos. En el pueblo, que sólo tenía una calle que empezaba en una carretera y terminaba en una ermita, vivían tres personas, nadie más. Eran por desorden analfabético un galerista, un editor y un político profesional, convertido de momento en concejal. No había árboles, pájaros, mujeres, coches ni niños. El pueblo era un nido de águila, hecho de granito y abierto al sur. La galería se llamaba Abierto al sur, la editorial se llamaba Hecho de granito, y el ayuntamiento se llamaba ayuntamiento, un verdadero consistorio que era el nido de un águila. Los tres habitantes necesitaban su público, porque a la gente ahora se le llama público, pero el galerista, el editor y el concejal pensaban -cada uno por su cuenta- que el pueblo no existía, salvo en el censo ficticio y las listas de espera. El público o el pueblo es siempre algo llano, que no se entera de nada o donde nada encuentra un eco, pero la galería, la editorial y el ayuntamiento aparecían en internet y en las guías del turismo. Todos coincidieron en la misma convicción: el concejal temía que el público se enterase, el galerista temía que la galería se llenara de gente, y el editor temía que cualquiera quisiera publicar bajo su sello.

La ermita hueca en la cima de la montaña se deshacía entre las nubes, y las luces de las tres casas del pueblo brillaban bajo el cinturón de Orión.pielfort-placa

El galerista quería organizar una exposición colectiva, el editor deseaba publicar una selección antológica de escritores, y el concejal se moría por celebrar un pleno, y a poder ser con una cena medieval municipal con flamenquito después. El editor buscaba al final publicarse a sí mismo, y se negaba a la primitiva idea original de ponerse en comunicación con el galerista y el concejal, escribirles algo, una carta, una invitación, en la que exponerles la idea y solicitarles algún texto personal para la publicación, porque todo el mundo tiene escrito algo, aunque sólo sea en la cabeza. El galerista había llegado tarde, se le había ocurrido lo mismo que al editor, pero él no sabía escribir, aunque lo intentaba en los galimatías de los catálogos, y además lo suyo era seleccionar y colgar, plantear e iluminar, y la pintura ya se sabe que se explica sola, o se proyecta o se interviene…  y no se iba a poner ahora a pedirle dos cuadritos y unas diapositivas al concejal y al editor, pero… ¿entonces cómo iba a poder incluirse él mismo en la exposición si no organizaba la colectiva? El concejal ya andaba más relajado con la supuesta conjuración fantasmal de una moción de censura que no se llevaría a cabo, aunque todavía le preocupaba cómo justificar los gastos de trescientas sesenta y cinco cenas medievales y una juerga flamenca.

Todos los domingos una hilera de coches y autobuses llenaban pueblo hasta el atardecer, los forasteros habían leído en las páginas de internet los horarios de la galería, las excelencias arquitectónicas del edificio del consistorio, y la biografía de un romántico poeta serrano que tenía su casa-museo sita en la misma editorial. Los turistas provinciales daban mil vueltas a las tres casas tropezando entre ellos en la misma calle, y se alegraban de no haber cargado con garrafas vacías para comprar aceite baratito de la sierra, porque en el pueblo no había nada.

La fachada del ayuntamiento era el tablón de anuncios con su mampara de cristal, tan vacío como las estanterías de un iglú. La oficina de la editorial había forrado las ventanas con celofán anaranjado para que los libros no se pusieran amarillos, sino naranjas. Aunque es sabido que para que un libro no se ponga amarillo es necesario que sea precisamente la luz quien deba incidir en el mismo. La galería siempre se encontraba cerrada, y normalmente había una guiri desesperada pulsando el timbre eterno, con un cuadro horrible dejado caer entre la axila y el suelo.  Era un verdadero desperdicio de materiales y de energía eléctrica en el timbre quemado, y la misma mujer aburrida se decía en alemán lunfardino que mejor tenía que haber llevado alguna garrafa en vez del cuadro, para poder comprar unos litros de aceite baratito.

El galerista, el editor y el concejal, que todavía no se conocían personalmente por el tamaño de sus fincas y sus diferentes costumbres, lamentaban que después de estar trabajando durante toda la semana, el único día de descanso que tenían -el domingo- no podían disfrutar del pueblo por la invasión del turismo, que tomaba la única calle y los alrededores para comprar morcillas con piñones.

El editor, como gran perseguidor de prólogos, escogió uno propio y lo publicó con la selección de autores, que consistió en un texto del galerista y otro del concejal. En la antología, el galerista transcribía literariamente el horario y la programación de la galería, y el concejal escribió dos bandos de nueva sentimentalidad y una invitación a la celebración de la cena medieval municipal. Al galerista le costó mucho trabajo ceder una obra gráfica para que sirviera de portada en el libro, y el concejal tuvo que dar un dinero para apoyar la publicación, que subvencionó con cincuenta euros con veintiún céntimos, descontando impuestos.  El editor quiso presentar el libro en la galería de arte, pero como el galerista quería acercar el arte a la calle y alejar a los editores de su domicilio, programó una exposición urbana, y rellenó el tablón de anuncios de la fachada del ayuntamiento, achinchetando la obra gráfica con el horario de la galería  y los manuscritos originales de dos bandos líricos, más el borrador de una futura ordenanza que permitiría la celebración de cenas y bailes medievales con flamenquito de colofón en el municipio. El concejal todavía debía el dinero de la subvención del libro, y se negaba a asistir a presentaciones de libros e inauguraciones artísticas porque entonces se convertía directamente en público, fundando así su repugnancia a servir de relleno social cuando él era un político. Y la única forma de conservar su estado y posición la encontró no yendo a trabajar al ayuntamiento mientras durara la exposición urbana en la vitrina que colgaba de la fachada. Así que el concejal, que ya vivía en la misma torre del consistorio, decidió la autarquía de no salir por la puerta excelentísima en una temporada y quedarse dentro para cobrar deshoras.PIELFORT-LONGUIS

Una furgoneta llegó al pueblo llena de flamencos de placer, bufones, gitanas, enanos, cabezudos, tragasables, zancudos, saltimbanquis y músicos vestidos de época que hacían sonar tambores y cornetas, que se unieron bajo los soportales con los camareros de la empresa del servicio de comidas, que llamaban al portero automático del ayuntamiento, cargados con neveras y mesas plegables, bombonas de nitrógeno líquido, bandejas y campanas de acero. Entonces ocurrió algo en medio de la calle: el galerista con un catálogo en la mano y el editor con un libro coincidieron por fin, y se miraban perplejos como dos toros de fuego debajo de los arcos del ayuntamiento. Y es que alguien tenía que quedarse mirando, convirtiéndose en público.

Calabacín calabazón.

 

 

 

 

 

15.may.2014 EL CANTE

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+apócope+anacrusa+melisma+aféresis+cesura+apócope+anacrusa+melisma+aféresis+cesura… ¡¡¡Aire!!!

30.abr.2014 FLAMENCO-KLINGON

–Para escribir una letrilla tienes que hacer como si escribieras un libro… o un soneto de Francisco de Aldana… pero al cantarla tienes que hacerlo callejero y tirando a punkarra…  sin leer el papel y olvidándote de los discos que crees ideales…

–¡Esto no hay quien lo cante!

–Porque no se parece a ningún disco que conozcas… cuando el cantaor Robe Iniesta (de Extremoduro) terminó el recital, acabó en el bar-que-no-cerraba hasta la amanecida… y en esas horas los vampiros habituales del local le dieron una guitarra y le pidieron que hiciera algo… se llevó un rato grande cantando con el platino in maschera… pero los paisanos tras el silencio tenían puesta la cara de palo… ¡no habían entendido nada!… se  habían quedado igual que SIN el disco de platino…

–¿Por qué?

–El Robe estaba cantando el que sería el próximo disco de Extremoduro… que todavía no habían editado… y los paisanos del último bar no entendían ni papa, no tenían dónde agarrarse, no se sabían las letras y no podían reconocer la música…pielfortcompáspie

–Hay gente que sólo reconoce la voz de un cantaor porque conoce la letra…

–Y gente que habla con un cantaor a diario y no es capaz de distinguir su voz en el disco… es la tragedia del mundo masificado de sordos… siempre ha habido mucho gatos blancos en el flamenco… y ya se sabe que la pigmentación no garantiza la democratización del oído musical.  

–Entonces da lo mismo que el libreto flamenco haya caducado, ya no hace falta que te pongas tan exquisito con que hay que decir cantes nuevos…

–Es hacia donde tendría que tender… pero todo aquel que canta bien no es un artista… el hecho de reproducir con el gañote un flamenco estandarizado no te convierte en cantaor… ¡pero explícaselo a los sordos!

–Te arañarían la cara.

–Nunca han arañado ni los discos… pero de ningún género… la gente cuando cree que habla no se da cuenta que no es libre porque está esclavizada por el repertorio de las cuatro frases hechas del trabajo, de la familia y el ascensor… se dan hasta los buenos días cuando ya pasaron las doce de la mañana… la técnica vocal de una soprano te puede impedir entender el cante… y por eso da igual que se cante en checo, en alemán o italiano… porque el significado residirá en el aparato musical total… pero el flamenco no,  porque su atractivo es su pequeñez musical y la aparente sencillez que se sostiene con la palabra… si pongo el disco de una ópera no me entero de nada… siempre me quedaré a medias…  pero si uso el DVD con subtítulos y una pantalla de plasma gigante estaré mejor situado que el propio director en el foso del teatro… y el flamenco  si quiere vender un disco tendrá que decir algún día algo al oyente actual.

–Pero no somos alemanes, franceses ni italianos…

–Somos andaluces y estaremos siempre discriminados en las escalas del prestigio social, lingüístico y económico… así pues da igual que Diego Carrasco cante en su idioma klingon-calorro o en chino mandarín… que se nos seguirá dando culturalmente el mismo rango…

–¿¡Viste la cara de la mujer de las gafas cuando él decía cantar en calé:

 Troloroloco pocalachi tetracaló

quien trajina en Tánger en el decathlón

y apoquina la piragua

es pa non pasá en la playa caló

y boga bogando se ha cruzao el estrechó

troloroloco troloró… !?

 –Es que las mujeres se dan cuenta a la primera… como la dueña del bar que te conté, que al final colgó la foto del Robe de Extremoduro entre todos los carteles y fotografías de los cantaores, bailaoras y toreros que adornaban el local…

–¿Cómo se llamaba?

–Dolly…

¡Zape!

 

15.abr.2014 ENTRE DOS RUMBAS

El Rumba había reventado un bar porque cortaron una rumba -que sonaba por los altavoces del local- para ver la semana santa por la televisión. Estuvo varios años en la cárcel. Él solito destrozó el bar por dentro y apalizó a unos veinte socios, incluyendo al dueño de la peña carnavalesca. Ahora el Rumba está en una fiesta infantil de disfraces de carnaval, que se celebra en una cafetería, y al Rumba le vienen varios recuerdos a la vez que le ponen nervioso. El Rumba nunca había echado cuenta de los niños, ni de aquello que no transcurre a la altura de los ojos, por eso el Rumba miraba su vaso de cubata. Incluso dentro del penal el Rumba robó en la casa del director de la cárcel, que estaba construida con los mismos ladrillos colorados de la prisión, y al tercer cubata la cafetería se estaba convirtiendo en otro patio, lleno de enanos disfrazados que corrían y molestaban.

Las madres vestidas de caníbales y brujas ennegrecían el suelo sorbiendo ron y los  espadachines y monjas enanas, libélulas y lagartos, superhéroes y enfermeras en miniatura derramaban los zumos tropicales. Todas las mujeres sabían que aquel hombre dejado caer en la barra y que charlaba con uno de los camareros era el Rumba. Un martillo de goma de los que pitan bajaba y subía delante de un niño que no paraba de dar en el repetido fiel del muslo de el Rumba. El niño, vestido de cebra o de preso harto de fanta, golpeaba con el martillo de goma en los riñones de el Rumba, que arrinconándose en su taburete emitía un rugidito.

El Rumba había tenido niños, dos o tres, con los ojos rojos, qué más le daba, no los conocía, sólo los había visto a través de fotos belgas que no entendía, fotos con fondos de moqueta y maderas oscuras donde siempre rebotaba el flash deslumbrante, y que contenían a gente con chaquetas que no se vendían, y vestidos que no se podían comprar, porque no se veían nunca en los escaparates, o porque la moda ya pasó, o no había llegado nunca. Un niño vestido de robín de los bosques, o de castigador sexual de campanilla, y que estaba dando la tabarra con un puntero láser, progresaba en círculos amenazantes hacia su taburete. Y el Rumba quería concentrarse en el cubata.erik urano y zar1

 

–¿No lo viste allí al fondo, al final de la barra y que no hablaba con nadie? Se cargó tres o cuatro güisquis a cara de perro… era el Rumba, que siempre está creciendo a lo alto y a lo ancho, y es como un ascensor para seis personas, pero con el Rumba dentro. Pero nadie hizo nada, nadie hace nunca nada, la gente sólo quiere ponerse a gusto, se despiden de su camello, piden la caja de un disco compacto en la barra y a otro cubata, y a otro disco compacto…

El camarero volvió a recoger la fregona negra y la exprimió en el ojo oscuro del cubo. El repartidor del camión de bebidas todavía vestía de vaquero con zahones de borreguito, venía de empalme de la noche de carnaval con sendas cartucheras y latas de atún giratorias haciendo de espuelas mejicanas. Los vasos usados, vacíos y medio llenos, apilados sobre la largura de la barra podían ser el paisaje de cualquier ciudad vista desde la televisión apagada.

–¿Qué haces limpiando dentro… tendrías que quitar toda la sangre de la puerta!

–Hoy cerramos por descanso del carnaval…

El repartidor metió un revólver de pasta blanca en el cinto de plástico, asió de la barra un vaso de tubo con un culillo de alcohol de la noche anterior, y sin poner los labios quemados se lo metió entre pecho y espalda, se refregó la barba brillante y dijo eructando: –Era el mío de anoche… lo he reconocido… además he perdido la guitarra… o me la habrán robado…  ¿quién me mandaría sacarla  a la calle?

Tenía en la cabeza las figuras derrotadas de las jóvenes recogiéndose, todas en la misma dirección de la terminal de autobuses, caminando con los disfraces destrozados por la fiesta, con los zapatos de tacón en las manos, riendo, yendo en zigzag… y cómo el Rumba se quitó la camiseta para que nadie pudiera agarrarlo y ninguno de los clientes  hizo el amago de ayudar, porque todos iban a gusto con la media sonrisa mascada… se podría haber cogido a el Rumba de un puñado y echarlo a la calle, pero como estrujó el vaso con la mano y empezó a echar sangre a borbotones cualquiera se le acercaba… estaba allí solo al final de la barra y de repente se puso a meterle ganchos a la pared, y con la otra mano va y estruja otro vaso… menos mal que la merienda infantil acabó pronto y las mujeres ya se estaban llevando a los niños para ver el pasacalles del carnaval y los fuegos artificiales, porque el Rumba estaba deseando matar a alguien, a quien fuera… y el Zuricato no sabe lo que hizo metiendo a el Rumba en el coche, seguro que no se dio ni cuenta de que el Rumba llevaba los brazos abiertos… habrá puesto bonito el coche por dentro.

–Hasta entonces en la cafetería no sucedió nada– dijo el camarero. –El numerito de la sangre en la calle vino cuando el Rumba se tiró en marcha del coche del Zuricato, que lo llevaba hacia hospital, y va el Rumba y se tira, y se vuelve andando, todo perdido de sangre, y con medio cuerpo quemado y colgando a pedazos del revolcón que se había dado contra el asfalto, y  como habíamos cerrado ya la puerta para terminar la noche entre amigos, fue cuando el Rumba la lió afuera gritando y aporreando, queriendo entrar otra vez, y con la desesperación regó de sangre y trozos de su cuerpo toda la calle.

El camarero oyó unas voces. Era la policía. Un camión de cerveza en la madrugada de la noche de carnaval había aplastado en el callejón de Santa Eulalia a una chica vestida de vampira que estaba meando detrás de un coche. El vaquero dejó las pistolas de pasta blanca encima de la barra, y abandonando el sombrero negro de fieltro acompañó a los agentes hacia la comisaría.

En la misma noche del accidente de la chica vampira, un hombre ensangrentado y medio desnudo había molido a palos a un atracador, que había asaltado a una mujer vestida de caníbal en la parada del autobús del hospital, y que estaba acompañada de su hijo, disfrazado de preso clásico y que blandía un martillito de plástico de los que pitan. El Rumba, que iba dentro del coche del Zuricato, al ver el asalto, abrió la portezuela del coche y se lanzó en marcha en defensa de la familia, machacando al caco. Después el Rumba acompañó todo el tiempo que hizo falta en urgencias al hijo y a la madre.

El Rumba pensando en beber, y sin disfraz,  caminó hacia la fiesta infantil de carnaval en la cafetería. Por el callejón de Santa Eulalia había distinguido de reojo un extraño bulto sanguinolento que parecía una pierna de vampiresa bajo un camión de reparto de bebidas aparcado. Entonces no se detuvo, no quería más problemas en su vida, pero una vez dentro de la cafetería le recomió la conciencia, e hizo estallar un vaso, y sangrándole la mano, se volvió a enfadar consigo mismo por la herida y pagó el enfado castigándose de igual manera la segunda mano, tratando así de equilibrar sus pensamientos.

El animal que aporreando la puerta del negocio ensangrentó toda la fachada de la cafetería fue el atracador medio muerto, que llegó hasta allí pidiendo auxilio. Era de otra localidad y también le decían el Rumba.

Zacatín zacatón.

 

 

 

 

 

 

30.mar.2014 FLAMENCO EXPURGADO

A vosotros que os motejáis como gitanos, y que habéis construido el palacio dorado que nunca fue habitado. Y también a los que dais pena y aburrición de veros y oíros, así fundéis tablaos, planes de estudio, teatros, cursos, seminarios y academias.

Con vuestro celo, poca curiosidad y nulo sentido artístico, continuáis con el timo piramidal del flamenco y seguís montando la falsa carpa ambulante hecha de retales bordados de inexistentes óperas egipcias. El mérito de ser clones flamencos en vuestras vidas repetidas es el de decir sin asfixiaros una palabra tan larga como “flamencólogo”. (Con la excepción de Rafael Jiménez el Falo, gran cantaor que se reía del palabro hasta que se convirtió en flamencólogo cuando lo enchufaron en el conservatorio… y que ahora se ríe el doble).

Sois artistas pero desconocéis el arte, porque os mataba el “Flamenco” de Los Brincos, la juventud de Camarón, el rizo blanco-nácar de Kiko Veneno y hasta el éxito andaluz del disco de Chambao, pero preferís en cambio las caricaturas de vuestros hijos haciendo falsetes, aspavientos y almocárabes nasales de coros evangelistas en las cuevas del Necromonte.geniovino pielfort

El flamenco rancio como el nuevo flamenco, el flamenco moderno -o el flamenco que nos da una idea de lo que es el flamenco hoy-, sigue siendo la multipropiedad de las cinco o seis personas que se lo inventaron ( Gades, Pulpón, Pachón, Manolo Sanlúcar, Paco de Lucía, Cepero, etc…) y que lo levantaron como al Golem, que todavía baila el tacón-punta y nos hace graciosas zalemas y elevaciones en la zarabanda. Y como nadie puede objetarle nada a los dueños, a los autores flamencos excepcionales, seguiremos diciéndole al resto de la comparsa que el tuétano negro del faraón no da para tantos potajes ni pringadas, y que no hay suficiente miga blanda mairenera para mojar en la olla privada de los creadores.

El flamenco son ellos y no tú ensayando. En la década perfecta del siglo veinte, en los ochenta -donde todo el mundo llegaba a político si fracasaba como artista-, cuando se regalaban los trasplantes de órganos, viviendas y se vestían mallas de licra color fosforito, los guitarristas flamencos usaban el automóvil mercedes como funda de la guitarra, pero los lunares eran ya insignificantes e iban apagándose como estrellas enanas de un flamenco frío y estable.

Y vosotros, oficiantes que no habéis sido elegidos, los flamencos repetidores, los del montón -los mierdas como dicen los profesionales-, los celosos guardianes que os creíais tesoreros, sois en verdad los cocheros de Drácula, pero insistís en ser el barón gitano uno y caballero del dragón el otro, cuando no expresáis nada porque decís siempre lo mismo y dando siempre la misma nota. Seguid obrando como verdaderos lacayos reales porque la farándula del teatro hindú ha devenido a mojiganga barroca… ¡pues sí señores, se han convertido todos ustedes en la tuna!

Pero hay que decir que habéis fraguado muy bien el cuento flamenco, que omitirá y olvidará para sus industrias de ventriloquia el violín demoníaco de Málaga, la gaita de la abundancia de Cádiz, a los payadores, las jarchas alboreadas, los ministriles borrachos siguiendo la Tarasca, la charanga francesa, el guapango, a las Jilguerillas de Michoacán, las guitarras de Paracho de Verduzco, el changüí y la guayabera, el danzón, la danza macabra y el canto de muerte, a La Caíta tocando la guitarra eléctrica, la españoleta escondida, la chacarera, a Rafael Cortijo y su combo, a Florencio Castelló, el tirurirurirá paraguayo, el Antón Pirulero, la cueca, la cumbia, la zamba argentina, a Noel Rosa, Óscar Alemán, Alfredo Zitarrosa, Gisela Lavado, el valsecillo criollo, el toque llanero de Venezuela, las palmas de Tombuctú, la música militar, las bandas civiles, los órganos mecánicos de las verbenas, las murgas limosneras, las cantigas de escarnio, las canciones y juegos musicales infantiles, el corro de la patata, la escuela panamericana de cuerda pulsada española, la rondalla, los cantes escolares pobres, las torres de sonajas de azófar en Larache  a las que suben los melólogos con auriculares de mejor escucha…

–¿Qué me ha dicho esa soprano?

–“Melólogo” o anarcoide … seguro, te lo juro primo.

–¡Da lo mismo, destrozaré este cordófono sobre su mala testa!

El flamenco se inventó para vender guitarras y cuerdas, siendo un ultramarino que se consume en el ámbito privado de sus contados elaboradores.

El problema vino cuando Manolo Sanlúcar se volvió Beethoven y Paco de Lucía perdió la melena rubia. Entonces Gibson y Fender tomaron una gran ventaja en el mercado mundial de instrumentos musicales, siendo hábilmente patrocinados sus ejecutantes con marcas de güisquis y bourbones del imperio. Y se vendieron millones de guitarras.

En España no se le podía dar de beber tanto anís con brandy a Marisol, Luisito Rey y al Pequeño Ruiseñor… así que no se vendieron tantas guitarras, ni discos. Y como los ingleses que sostenían el sherry y el flamenco fueron muriéndose poco a poco en su afición, como los votantes comunistas, pues el flamenco se desvaneció. Ya no se quiere al sonido, no se quiere nuestro fraseo,  ya no se quiere nuestro acento.

La consecuencia en una sociedad de bajas graduaciones, es que las cervezas sólo patrocinan a ex catequistas metidos en el circuito del ñoño indie-pop, que es otra tuna con un gran repertorio que demuestra que todos ellos se han criado en un piso, que permanecen allí todavía y que siguen solteros y vírgenes. Pero siguen creyendo en el rock, aunque no se enteren de que Elvis, Madonna y Leonard Cohen son hijos trillizos de la televisión; y que Lou Reed salía del gimnasio cuando la heroína llegó a España, y que hacía como el que se inyectaba sobre el escenario. ¿Qué iban a hacer entonces los tocaores viejos, gordos y calvos vestidos de notario al lado de Frank Zappa, Charo Baeza o el Instituto Mexicano del Sonido?

Vosotros los flamencos pasivos, recordad a Antonio Nebrija (el primer cantaor de la historia y creador del primitivo fandango católico Tanto monta), al famoso laudista internauta John Download, los jaleos del padre de La Malibrán, el meneo de la cola del pelo y las manos del ghedra,  el joropo, las celebraciones populares, los grandes cacaos, las canciones de los piratas malayos, los cánticos de guerra bereberes, los presos cantando la Ilíada, los orfeones marinos desde Homero hasta el portaaviones Dédalo, el fado y las verónicas portuguesas, el doble corcheo de Bach, a Canio Rufo en el gaditanorum del coliseo de Roma cantándole una saeta a un gladiador de Córdoba, la cabrita parlante de Víctor Hugo, las percusiones bantúes de las Islas Canarias y la romería de El Rocío, el rajo de la endemoniada cuando el exorcista echa agua bendita, la música klezmer en el transistor de la trastienda de la joyería, los guitarristas manouche fumando gitanes, al bailaor Corsi Oliveira, las divas y los tenores de Marconi con las voces de su amos, el electro-bacalao de los ganawa del Sahara, el zapateado marroquí sobre el tambor, el lounge de los bacha-bazi de Afganistán, la tatuada boca siria de la sonanta, las sonantas de Scarlatti, la escordatura del tocaor Fela Borbone, las numerosas obras para guitarra que escribió Paganini, a Antoni Stradivari que figura en el catastro como catalán, a Pepe  Ébano guineando con sus bongos, la rondeña eólica de Raúl Cantizano, el gumbri de Paco Abderrahmane, y el silabeo y el fraseo del habla andaluza atlántica como motor fundamental en el cante y último resorte del punk… porque al final, en los ojos de Wynton Marsalis se podía ver toda su vida: cómo su padre lo encerraba a estudiar el instrumento y no lo dejaba salir ni a la calle; y el brillo de la mirada decía que el trompetista desde niño querría haber sido como el Tomasito.

–¿Usted es carusiano o coleóptero de la vihuela?

–Los sonidos caducan.

–¿Y el baile?

–Siempre ha sido mover el culo.

El flamenco -donde hay figuras cantaoras capaces de condensar a Sepultura y Rammstein- llega a ser más punk (mucho antes del punk) de lo que la gente se cree. Y para demostrar que en los modelos difusionistas blues+rock+soul+jazz+funk+hip-hop… nunca hay puntos de partida desde Andalucía y que siempre se saltan a España, aquí montaré un cuadro de flamenco expurgado en un instante: al cante Chiaki Horikoshi; al toque Richard “Quijote” Black y María Esther Guzmán al sitar ; el Cepillo y Katchunori Nitsimura a las percusiones; y Vinila von Bismark con Haifa Wehbe a los coros y el baile.

Los ingenieros Kid Koala y Lee Scratch Perry dirigirán la estética de canales y las dinámicas de valvuleo en el fin de fiesta.

Y después de taconear por aquí y por allí, me puse la bota y se me rompió.

 

13.mar.2014 VENDO EL AMPLI

Todos los efectos electrónicos que usan los guitarristas electrificantes los tengo en mi sonanta. Y los surtidos de sonidos que ofrecen las pedaleras que contienen distorsiones + overdrives + reverbs + fuzztones + delays + loopers + etc. + los hago yo con el talento mis manos. La técnica de alzapúa es en el fondo un delay, cuando toco reverbero cuanto quiero, termino y comienzo, me fugo y le prendo a un cigarro fuego que dejo en el clavijero… hasta la técnica del slide ya la perfeccionó Rafael del Águila estrujando un gato chico a todo lo largo del diapasón. Tenía muchos gatitos, de sobra. Hasta se hizo un abrigo. Gracias a él tengo muchos efectos naturales que uso tocando, son recursos igualitos a los pedales de hacer ruido de serie, a los que sumo los metales de viento que recreo con la excitación del cordaje y diferentes percusiones,pielfortalzapúa golpeando el cuerpo del instrumento, según la variación de la colocación de mis dedos, porque el toque como todo el flamenco se hace en primera persona. Pero como conozco los picos de resonancia, las medidas del potenciómetro y los plugins de guitarra, no voy a tener más remedio que liarme con los cables e inventarme mi futuro construyendo el primer pedal flamenco que se pueda poner sobre el canal crunch de un amplificador Marshall.

Volcaré todo mi conocimiento de la filosofía de la formación profesional en un puñado de transistores y humbuckers, y pondré mi cuenta corriente al nueve, añadiré ganancia y conseguiré una cuenta corriente gorda, a tono lead con un sonido grueso, fluido y agresivo. No me hacen mucha gracia los tonos en los pedales… funcionará mejor con un booster antes… recortará un poco los agudos de la guitarra… pero debajo del techo limpio del ampli me podré construir un chalet con piscina interior climatizada…

–¿Pero tú sabes algo de lógica de transistores y del biasing?

–Del over-bias y el under-bias sólo conozco al Tío Pepe y el sol de Andalucía embotellado por los González-Byass.

 

Como el pedal llevaba pilas agotadas y carecía del pote de tono, su fabricación saldría más barata. Todo el diseño del circuito de germanía estaba soldado y muy bien recogidito en una elegante carcasa handwired que eran cajitas recicladas de casetes de La Esmeralda de Sevilla, que resultaban más vintage y queer para el mercado, que la aceitosa y cortante latita de caballa pintada de azul beluga del prototipo original.

 

–¿Y realmente el nuevo pedal flamenco tuyo qué hace con la señal de audio? ¿Generará nuevos armónicos?

–No lo sé… pero atraerá a la juventud hasta el flamenco… pues llevará tres efectos… si pisas una vez el botón cromado dirá: “¡Toca gitano… asín toca el gitano… cómo toca el gitano!; si lo pisas dos veces dice: “¡¡Antonio, Antonio, Antonio!!” (como el que sale en todos los discos); y si los pisas tres veces dice: “¡¡¡Viva Jerez!!!”. Una vez.

–¿Nada más?

–¿Te parece poco? ¡Si es el pedal flamenco de guitarra eléctrica más gitano que hay en toda España! Además te permite un gran rango de distorsiones históricas… incluye hasta el efecto de decirte “Ole y ole” si pisas cuatro veces… y  hasta se queda cogido haciendo un loop… así la experiencia jonda del guitarrista está asegurada… sin necesidad de saber mover los potenciómetros flamencos, ni de compresiones de etapas musicológicas, ni de pastillas  activadas machacadas en línea… ¡vamos, que no tienes ni que beber ni alternar con nadie para que te digan olé!

 

–¿Y cuánto vale?

–Doscientos euros, cojones.

–¿Y éso?

–Es que vendrá firmado por Bono… el de U2.

Olé.

26.feb.2014 P.D.L.

Diga Paco especialmente,  como si lo conociera de toda la vida: paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, Paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, Paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, paco, 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15.feb.2014 FLAMING COCK

Después de que el agente Lomax hiciera la cata de Triana, introduciendo un lumiducto grabador en la desolada calle Castilla, se han encontrado tres personas a las que no les gusta Israel Galván: la nieta de una saetera llamada Patrocinio, a la que su tía obligaba a recibir clases de recuperación escolar en verano, mandándole copiar mil veces la letra de “el Cachorro nunca ha visto ni Sevilla ni Triana”; una cantante ex alumna de Enrique el Cojo que es hermana de un imaginero que vive en Almodóvar del Río; y el marido de ésta al que le gusta más el padre que el hijo, como también le ocurría en vida a Fernando Terremoto II.

La muestra parecerá insignificante a la etnología musicológica, pero es que en el barrio no quedan habitantes. También se encontraron algunas conchitas marinas, restos de loza con grafías vikingas, una chapa de Curro el de la Expo, el fósil de un botellín de cerveza Cruzcampo y un ABC apergaminado con la foto del guardameta de fútbol Superpaco.
Los informes de Lomax & Partners aún no son concluyentes, pero se expondrán en la Casa de la Ciencia, al lado del Teatro Lope de Vega con una bombilla led en lo alto.
¿Y esto qué tiene que ver con el baile de Israel Galván?
Pues que cuando alguien se enfrasca charlando de cante grande, de toque colosal y baile enorme, al final el mundo se queda igual que estaba, intacto. Y es entonces cuando el agente Lomax, aprovechando el agotamiento teórico de los encuestados, entrevistados e interpelados, cuando el debate informal sobre el ARTE no da para más -porque hablando nunca se ha entendido la gente-, es ahí cuando se saca la última carta estética: –¿Y usted que opina del baile de Israel Galván? Diga lo que quiera, no se corte…pielfortzapatoisraelgalvan pielfortpiesisraelgalvan

¡Cuántos destrozos vitales ha causado el gran bailaor! Todavía hay gente danzarina llorando, pegada al televisor sorbiéndose los mocos, sentada esmorecida en los teatros, meándose encima de los asientos del patio de butacas y de las capillas, empañando con el vahído taurino los espejos de las academias, sabiendo que han perdido artísticamente el TIEMPO en todas sus vidas profesionales!

Hasta Andrés Marín salió corriendo a comprarse la misma ropa, y le dijo al sastre: –¡Me pone una gallina inglesa habada y un capirote también!
–Pasamontañas ya no me quedan… el último se lo llevó el Arcángel…–le dijo un sombrerero de la calle Sierpes.

La agencia Lomax & Partners ha encargado también un informe a una auditora externa para demostrar que NO le está chupando el Orthodox a Israel Galván, y que expondrá el documento que lo prueba en una vitrina sostenida por una peana en el mismo Pabellón DEL Perú.

Y atravesamos el espejo trucado de los reconocimientos policiales que se usan en los salones de baile de la agencia. Las cámaras de seguridad flamenca descubren una fila de flamencólogos neoconservadores del Consejo Superior de Investigaciones de la Copla Científica, con barbitas, gafas y coleta, como los diseñadores de los ochenta del siglo pasado; viejas glorias herniadas muy aseadas y relucientes, que encorvadas palmotean tímidamente; periodistas y poetas disfrazados como concejales descontrolados; y dictadores flamencos analfabetos a lo borgia vestidos de verde-jerez… todos aprendiendo, dando la patá, esperando que salga un cargo o un dinerito del subsuelo, ¿para qué hacer prospecciones de opiniones? ¿Para qué tanto fracking artístico cuando salen doscientos _ _ _ _ _ _ _ _ _ de una patada en el suelo, de un mae-geri en los huevos o de un codazo en los medios de comunicación?
Pues a todos ellos yo les digo, que en el arte jondo y su dignificación esteticista, el Israel (y El Niño de Aracena) han hecho más que Camarón y Grotowski.

En un ataque de contraespionaje cultural el agente Lomax quiso destruir este escrito -lo dice un papel procedente de fuentes responsables- que se recuperó informáticamente de un lápiz electrónico encontrado en la Agencia Tributaria. ¡Que hiere!

30.ene.2014 EL CREMOR TÁRTARO

Un cuerpo tirado en una mesa. Está desnudo, es el flamenco. De cuerpo presente.

–¿Y éste quién es?

El Torta.

Ya lo han lavado de un manguerazo, está pelado, afeitado y con el maquillaje puesto. Los tijerones de podar con los que le han abierto todo el costillar están al lado del cincel, la machota y el serrucho oxidado.

–¿Y aquí se acaba todo?

–Aquí está el último flamenco orgánico… de los que cuando chicos soñaban el ritmo de la soleá con la ayuda de la gotera impertinente del techo… y que aprendieron a bailar rellenando los colchones de paja… saltando sobre ellos, prensándolos… hasta que crecieron y pasaron de la gañanía y la gotera del vino directamente al ponche de ácido lisérgico… y cogiendo aviones vestidos como marqueses…

–Pues antes nadie podía verlo.

–Y ahora todo el mundo es su primo…

–¿Ya ha estado aquí la madre del Heredia, la que leía la mano a Lola Flores?

–Sí.

–¿Y qué ha dicho ella?

–Que ha muerto por la maldición del disco chungo… que es el que más coraje da a los envidiosos… el disco chungo es el que una vez editado vuelve como un rayo desde el éter…  y es chungo porque aunque sea de oro aparece volando como el escudo de Perseo… hasta que te cercena la cabeza… como le pasó al Camarón sinfónico y al Morente omegalítico… que el disco chungo y pamplina es siempre el que más gusta a la masa, pero se vuelve en contra de uno… ¡ah! y que había visto al venir por la cuneta de la  carretera a un perro negro mixto lobo llevando un disco de Triana entre los colmillos…

ELTORTA-PIELFORT

–Tampoco se cuidaba mucho ¿no?

–Murió muchas veces… cada vez que cantaba sobre todo… pero ahora dirá alguno de sus amigachos que un día le pidió fiadas mil pesetas… y otros flamencos dirán que no era un cantaor de peso…

–¿Te has quedado con algo?

–No tenía un duro.

–¿Y la echadora de cartas cuánto te ha llevado esta vez?

–Nada.

–¡Increíble!

–Algo te sacaría…

–Sólo me pidió un objeto: la camiseta de Jimmy Hendrix que el cantaor llevaba puesta cuando lo trajeron… nadie ha visto nada, se la di metida en una bolsa de plástico…

 

De nuevo las arcas estaban abiertas. Músicos, conocidos y familiares interminables ocupaban ahora varias salas de duelo vacías que pertenecían a otros muertos, que también tenían a sus familiares que velar, y que pugnaban por acceder a las salas asignadas, ocupadas por los invasores.

Un río subterráneo de líquido de embalsamamiento atravesaba muy caudaloso todo Jerez hasta desembocar en el Guadalete. En el bar del tanatorio todo el mundo bebía unas copitas de Complucad, cortesía de la bodega Aeternum.

 

–No entiendo la fascinación de esta gente por la cadaverina… ¿cómo se puede beber con ese chero tan repelente en el ambiente?

–Lo quiero por escrito.

–¿El qué?

–Lo que te ha dicho la gitana, quiero que me lo pongas por escrito, porque tenemos que pasarle la factura falsa a la compañía.

–Lo he grabado con el teléfono móvil… mientras ella limpiaba el lugar y hacía su farsa supersticiosa con oraciones… ha hecho un baile breve con una botella de anís rellena de oloroso, en un palmo de terreno, sobre el husillo de la morgue… con un manojo de romero le ha dado después en el pecho y  con los granos de café… después le chamuyaba cosas en el oído… pero yo estaba fregando y el teléfono estaba muy lejos para captar el sonido… aquí sale, en este minuto es…

–¡Pero desgraciado, si se ve hasta al Torta en cueros vivos!

–Todo el repertorio tartárico.

Un perro negro con los ojos encendidos como dos granates en la palma de una mano, atravesaba la pantalla del teléfono por un pasillo del tanatorio y salía a la carretera de El Puerto de Santa María. Batería baja.

15.ene.2014 LA ESTRELLA DE LA MUERTE

–Yo soy un flamenco espiritual… a mí no me pongas a llevar un ritmo perpetuo… sería antiartístico… y muy poco musical.

–Entonces, ¿tú tocas lo que te da la gana?

–Hago asín… asín… y asín…

–¡Que no lees ni un papel! ¡Así cualquiera!

–Yo soy un flamenco espiritual… a mí no me hagas cargar con la guitarra… sería como llevar una cámara de televisión al hombro… como un azadón… como empujar un geo-radar por una cuesta de Tijuana

–¿Cobras espiritualmente o vives de la guitarra?

–Todavía no la he pagado entera… pero vivir lo que es vivir… dejé de tocar a mi mujer por las uñas, ¿sabes?… tengo peores manos que un mecánico: las yemas de los dedos se pusieron como taquitos de goma… inservibles para el contacto humano… y encima ando con las uñas de los pies cambiadas, puestas en las manos… son asquerosas, ¿ves todas las cutículas estratificadas formando anillos como en el tocón de un árbol?… pues en ese año nos dieron el piso…  y tocando se te va doblando la espalda prematuramente… como a las costureras en las misas de difuntos… conocen a todo el mundo y tienen que ir a todas… porque todo guitarrista sufre el mal del alfarero… los ataques cardíacos son provocados por el torno y los rasgueos de la técnica del escorpión… es el maldito remolino de la mano dormida y el brazo tieso… con el sistema modal del frigodedo … cuando la noche se viste de corinto y se te queda medio cuerpo encogido para siempre… ¿te lo explico otra vez?

–Si te coge Manolo Sanlúcar te mata, sólo te ha faltado teorizar sobre los vellos de punta.Manolo Sanlúcar con las tijeras

–Soy de Madrid y no conozco a ese hombre… pero todos los tocaores son paranoicos… sufren guitarritis desde pequeños… del cuidadito que tienen con la guitarra cuando andan por los pasillos… pisando meados del perro y los  juguetes regados… esquivando el tacataca de la abuela… evitando el tendedero metálico dentro del piso para no arañar la guitarra… teniendo cuidado con las esquinas de los muebles y los pomos de las puertas para no golpearla… haciendo equilibrios sobre la bombona, la bandeja del gato y mi hermana que depila a su novio en el salón… acaba uno como Skywalker planeando con la guitarra entre los callejones de La Estrella de la Muerte… y al final para que el viejo se siente encima mirando el tenis en el televisor… estrujándola contra el sofá…

–¿Y qué es lo que tocas?

–Una vez metí el clavijero dentro de un bafle… mi repertorio siempre ha sido el mismo… muy cortito… yo soy flamenco espiritual… y sigo la cadencia andaluza… la cadencia, primo…

–¿Y no se aburre usted, no piensa variar de músicas?

–Es que yo ya no tengo voluntad ninguna… yo hago lo que veo… y como no encuentro un modelo a seguir pues no evoluciono… ya me lo dijo el percusionista de Karakatamba

–¿Qué?

–Que me entra por ésta y me sale por la otra…

–¿Y de trabajito?

–Hemos comenzado la gira participando en seis festivales de villancicos… se celebraban el mismo día… llevamos más de setenta y dos horas sin dormir… ¿no es acaso el belén la mejor réplica de una boda gitana?

–¿Qué hartura de coche y de aviones, no?

–Ninguna… porque no hemos salido del barrio… no hemos cambiado ni de calle…

–¿Y no es una gira muy corta?

–No, porque terminaremos el año que viene, en año nuevo… lo que pasa es que se solapan las fechas…

–¿Y después a seguir estudiando con la guitarra?

–El escenario es la única academia que hay en el flamenco… ahora toca echar el paro y la ayuda, compare.

 

SOBRE EL BLOG
Flamencos de alquiler

Blog de David Pielfort.

AUTOR: David Pielfort
DAVID PIELFORT (1971). Salido de una novela de Dickens, es abandonado por los gitanos. Un banco le compró un cuadro. Su voz retumbó en la Bienal de Arte de Venecia, e Israel Galván ha bailado sobre su cuerpo. Otorgó la llave de oro del cante jondo a Paco de Lucía, en una pielfortmance que televisó La 2.
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