¿Es el flamenco un género?
“Bailar en hombre”: una ortopedia del cuerpo nacional
Foto de Grey Villet a Vicente Escudero de 1955

 

“La cierta opinión es que los que andan por España no son
gitanos, sino enjambres de zánganos, y hombres ateos y
sin ley ni religión alguna, españoles que han introducido
esta vida, o secta del Gitanismo, y que admiten a ella cada
día la gente ociosa y rematada de España.”
(Moncada, 1619)

“[…] lumpemproletariado, que en todas las grandes ciudades forma una masa
bien deslindada del proletariado industrial. Esta capa es un centro de
reclutamiento para rateros y delincuentes de todas clases, que viven de los
despojos de la sociedad, gentes sin profesión fija, vagabundos, gens sans feu et
sans aveu, que difieren según el grado de cultura de la nación a que pertenecen,
pero que nunca reniegan de su carácter de lazzaroni.”
(Marx, 1850)

INTRODUCCIÓN

Cuando la anarquista Emma Goldman pronunció “Si no puedo bailar, tu revolución no me interesa” no tenía en mente la rebelión que comenzaría en el “The Stonewall Inn” de Nueva York en 1969. La comunidad LGBT, que celebraba en la oscuridad de los bares
bajo una impuesta clandestinidad, no acogió la nueva redada en silenciosa resignación, sino que los disturbios asediaron la zona y se contestó con contundencia tal asalto policial. Entre la violencia también hubo lugar para el paródico sarcasmo como señalan algunos testimonios, los cuales dan cuenta de cómo un grupo de drag queens se contoneó ante la policía, quien quedó desconcertada ante tal desinhibición terrorista.

Años después y con pasmosa estupefacción histórica, resultó que ni Emma Goldmann pronunció tal frase, ésta no fue más que un ejercicio de intertextualidad apócrifa, y que las revueltas de Stonewall se diluyeron entre los carruajes del desfile del Orgullo Gay, en el cual, por mencionar un símbolo anecdótico, la música de Kiko Rivera alias Parriquín en la Plaza de Callao en 2013 provocó una suerte de amnesia colectiva del motivo histórico de tal concentración.

Esta inicial comparación, que no su deriva histórica, la cual habría de ser más bien objeto de otras quejas revestidas de análisis, nos pone en la pista del tema que enmarca este texto: ¿Qué tiene que ver el baile con la teoría política del estado?, ¿qué implicaciones tiene el movimiento de un cuerpo para la conformación del cuerpo nacional?, ¿es el baile más allá de una cuestión lúdica un síntoma estético-político de la configuración nacional?

Haciendo uso principalmente de los conceptos de genealogía en Foucault y la noción de testigo modesto en Donna Haraway, la lectora encontrará en este texto unos iniciales apuntes para el desarrollo de tales cuestiones. Éstas tratan de tender un puente entre la teoría estética y política a través del despliegue sucinto de un caso de análisis: la configuración del baile de hombres en el flamenco. La tesis que defenderé es que el desarrollo de una estética de baile flamenco masculino se presenta como una ortopedia del movimiento del estado español, la cual trata de corregir un baile leído históricamente en clave de feminidad, erotismo, abyección y enfermedad.

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